viernes, 4 de diciembre de 2009

Historias de Peter




Bien. Quizá es hora de presentarse.

Mi nombre es Peter, Señor Peter. Mi padre era un inglés bien plantado, fuerte, fino olfato, incansable; mi madre, francesa, (bretona por más señas), cariñosa, intrépida, juguetona, en el agua era una reina, eficaz y elegante cobrando piezas. Con estos antecedentes estaba destinado a llamarme por lo menos Arturo como aquel rey legendario y hacerme con las riendas de la manada en un futuro no lejano, pero me quedé en Peter.... y gracias.

Mi nacimiento no tuvo nada de extraordinario, salvo por el inmenso disco refulgente que iluminaba la noche y el viento que, en sus ráfagas, traía hasta nosotros los sonidos de las aves nocturnas....
Por lo demás, muchos hermanos y siempre peleando por la comida. La gente con la que hacíamos manada nos estuvo observando un tiempo; querían perros obedientes y dóciles, fáciles de educar y servir a sus propósitos. Conmigo pincharon en hueso (hueso.....mmmm....), así que, con tres meses, me dijeron que me buscara la vida y me echaron al monte.
Francamente, no me lo esperaba; no podía creer tamaña afrenta: ¿Pero desde cuándo la manada puede expulsar a un miembro cachorro, así, sin más?
Quedé desolado, pero me repuse pronto. Soy perro de recursos. (Continuará)

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